Bienvenid@. En Te HABLO de LIBROS encontrarás sinopsis, reseñas y comentarios de libros que he leído y que, por alguna u otra razón me han interesado, o no. Es una tarjeta personal de mis preferencias, un autorretrato realizado a través del collage de libros que me han conformado y también el pago de un tributo a los textos que me hacen más llevadero el camino. Tus comentarios y sugerencias serán bienvenid@s.

sábado, 9 de junio de 2012

Libro: EL ASESINO HIPOCONDRÍACO. Juan Jacinto Muñoz Rengel.

Sinopsis:
El señor Y. debe cumplir su último encargo como asesino profesional, pero para conseguirlo tendrá que superar un grave obstáculo: no le queda más que un día de vida.

Muñoz Rengel nos relata en "El asesino hipocondríaco" los últimos días, sus últimos días, de un asesino a sueldo que viéndose en las puertas de la muerte no puede dejar de cumplir el postrero encargo que le ha sido  pagado por adelantado, por todo lo cual, y como hombre de honor, no puede morirse antes de dejar realizada su pactada misión.

Este profesional, meticuloso donde los haya, planea con concienzudo detalle la forma y manera en la de que ha de acabar con su víctima;  para ello, tiene controlado al objetivo con todos sus movimientos, horarios y hábitos de conducta; de manera, que nada pueda cogerlo desprevenido.

Es hipocondríaco, pero sabe que eso la gente no lo entiende, nadie puede comprender su triste realidad, la angustia en la que vive acosado por innumerables enfermedades raras que sólo afectan a unos pocos elegidos y desgraciados como él. Tiene, sin embargo, la esperanza de que cuando muera y su cuerpo pueda ser analizado por la ciencia médica, aunque sea a título póstumo, su vida quedará rehabilitada.

Con la certeza de su muerte inminente, no puede fallar. Así comienza esta historia:

"No me queda más que un día de vida, después de haber escatimado quince millares a la muerte, sólo me resta uno más. Dos, a lo sumo. Tengo la absoluta certeza de que ni un día más tarde de hoy moriré. Como mucho mañana. Contravendría todas las leyes de la naturaleza que mi cuerpo transido de enfermedades, horadado por todas las afecciones, se sostuviera con vida un día más. Pero no me puedo ir sin antes haber acabado con Eduardo Blaisten. Me pagaron por adelantado, y yo soy un hombre de moral Kantiana..."

Mi comentario:
Llevo más de un mes con la reseña terminada en el congelador, leí este libro justo antes de someterme a una pequeña intervención quirúrgica el mes pasado; que sí que era cirugía menor y todo lo que queráis, pero era la primera en mi ya dilatada vida y hay una mosca que vino a ponerse tras de mi oreja. El caso es que no soy hipocondríaco ni nada parecido, pero este libro me hacía reír cuando me descubría, por sorpresa, pensando  en qué podría ocurrirme en esa visita inopinada a la sala de operaciones.

Como la mayoría de las que leéis esto sois mujeres y sé de vuestra congénita curiosidad, lo diré, me quitaron una piedra que andaba escondida y oculta a las miradas de la aparatología médica, pero que la puñetera se hacía sentir; con mucho  pesar por mi parte. Hasta que el médico dijo que ya estaba bien de jugar al escondite y que iba a entrar a buscarla... y entró, prefiero no recordar por dónde, y la encontró y, sin misericordia alguna, la destruyó. Eso sí, el que suscribe se encargó de echarla de a poco en los siguientes días y acordándose de su santa madre, de la de la piedra, no de la del médico. Pero bueno la prueba ha sido superada y ahora continúo con la reseña tal y como la dejé...
 
Narrado en primer persona, el autor consigue transmitir que las situaciones más rocambolescas sean relatadas con la mayor de las naturalidades y vividas por el protagonista como sucesos inevitables dada su particular mala suerte y su realidad enfermiza que se manifiesta en los momentos más inadecuados. 

Esta desternillante historia me ha divertido mucho. Es humor absurdo y eso quizás a muchos no les atraiga, pero a mí me encanta. Como nos pasa a todos, la vida la miramos desde la subjetividad y eso es especialmente cierto en las personas hipocondríacas, creo.  

Nuestro querido M. Y. -al final sabremos qué nombre hay detrás de esas iniciales- vive en un pequeño apartamento en el punto X de Madrid, el lugar exacto nunca lo sabremos porque el protagonista, hábilmente y con su característica profesionalidad, no nos lo desvela. Mira la vida, la suya y la de grandes hombres como Poe, Proust, Voltaire, Tolstói, Molière o Kant desde su visión y, sobre todo, desde su realidad enfermiza e incomprendida; todo tiene una explicación científica pero se les escapa al común de los mortales que no conocen o desprecian a las personas aquejadas por múltiples enfermedades raras.

La historia tiene su trama, su misterio y sus reseñas de los personajes ilustres antes citado; todo desde la mirada peculiar del protagonista. La narración es ágil y al lector se le hace corta la novela que se lee con una permanente sonrisa y alguna carcajada suelta. En resumen, libro recomendable para pasar un buen rato.