En estos días este blog ha cumplido un añito. Nació de pura casualidad, sin esperarlo, fruto de un taller sobre internet, pero me ha abierto nuevas puertas y acercado a vosotr@s, personas todas muy interesantes, que comparten la pasión por la lectura. Aunque desde abril lo tengo a ralentí por la culpa de las movidas en que las que se me ha ocurrido meterme, no he querido abandonarlo y he seguido incluyendo las reseñas de los libros que voy leyendo; aunque el ritmo sea mucho más pausado. Me resisto a perder el contacto con vosotr@s, sé que al final siempre me quedarán los libros y os quiero agradecer muy sinceramente que sigáis ahí, visitando este lugar y dejando vuestros comentarios. Gracias y nos seguimos leyendo; ahora a trabajar.
Sinopsis:
Copenhague, 1905. Severine Riis, esposa y musa del pintor danés Viktor Riis, posa para los cuadros de su marido, en los que aparece siempre de espaldas. Recluida en un ambiente de soledad y rigor, Severine empieza a consignar sus reflexiones íntimas en un diario.
Bucarest, 1985. Joen Alsted, que heredó de su abuelo seis obras de Viktor Riis, ejerce su cargo de embajador de Dinamarca en la turbia Rumanía de Ceaucescu. Joen y su esposa, Sophia, entablan relaciones con una familia norteamericana, los Moore, cuya hija de ocho años, Freya, cautivará especialmente a Sophia, que no ha tenido hijos.

Paula Vene Smith ha escrito una apasionante historia en la que una pintura de una belleza austera y enigmática afectará a las vidas de varias personas en tres épocas distintas. Al tiempo que indaga en los enigmas de la relación entre el arte y la vida, la autora crea, como en un juego de luces y sombras, un caleidoscopio de emociones que atrapa al lector desde las primeras páginas.
Mi comentario:
Me ha interesado este libro desde antes de comenzar a leerlo, está inspirado en los cuadros del pintor danés Vilhelm Hammershoi, que impresionaron a la autora y les sirvió de inspiración para la novela. Los cuadros de este pintor se caracterizan, en una de sus series, por interiores domésticos enigmáticos, austeros y donde encontramos puertas y ventanas, unas cerradas y otras abiertas, junto a la imagen, siempre solitaria de su esposa y un tratamiento magistral de la luz.
Ya de partida me atrae el mundo de la pintura, he hecho mis propios pinitos autodidactas que me tranquilizan el ánimo jugando con las formas y los colores; esto también lo tengo aparcado, si consigo llegar a jubilarme no he de aburrirme, lo prometo. Me gusta sumergirme en lo que hay detrás de un cuadro y en la belleza que puede transmitir unas pinceladas ejecutadas con maestría desde la paleta de colores. Esto fue lo primero que me animó a sumergirme en esta historia, así que ya iba bien predispuesto.
La novela está muy bien construida, intercambiando las diferentes épocas en la que se desarrolla de manera ágil y entretenida. Es original cómo el lector va, por un lado, avanzando en el diario de Severine y, por otro lado, descubriendo en las dos épocas posteriores que se relatan, lo que hay de verdad en las diferentes vidas de los protagonistas. Paula Vene consigue así no sólo enganchar, sino también sorprender.
Al igual que en la pintura, en la vida hay más allá de lo que se aparenta; sólo los expertos saben mirar y ver, aunque en la grandeza de este Arte está que todos podamos ver desde nuestra subjetividad y eso también estará en los cuadros. Al igual que en la pintura, en la vida la realidad tiene varias caras posibles y en un mismo lienzo se pueden encontrar historias distintas, en este libro la autora nos presenta en un mismo paisaje diferentes vidas con sus variados porqués y lo hace de manera que continúas leyendo el relato de una de las épocas, mientras piensas en qué pasará en las otras.
Nos adentramos también en la sórdida vida de la Rumanía de Ceaucescu, que como los cuadros de Vilhelm Hammershoi, tenía una luz lúgubre y mortecina, en una escala de grises que hacía de lo cotidiano un lugar sofocante rodeado de escuchas, miradas vigilantes y traiciones. Con el Comunismo como excusa, los dirigentes rumanos hicieron del país un cortijo propio donde no se movía un hilo sin su consentimiento y donde el ser humano se convertía en simple herramienta del sistema, al más puro estilo capitalista vamos, que en eso ambos coinciden.
Así pues, aunque la traducción deja mucho que desear en algunos momentos, el libro merece la pena y la historia que nos cuenta no sólo es coherente y creíble, sino que mantiene hasta el final la tensión de la trama. Os dejo algunos de los cuadros que aparecen en el libro, además del de la portada.
Este último es mío, para que quede constancia: